En la muerte de Pepe Viera
JOSÉ VIERA
Hemos dedicado esta entrada a José Viera con motivo de su reciente fallecimiento. Pintor, dibujante y grabador nacido en en Aracena, tras su marcha somos hoy más huérfanos.
José (Pepe) Viera es uno de esos personajes a través de los cuales puede entenderse un territorio. Si bien su vida transcurrió, en palabras de Pepe Baena, entre el Múrtiga y el Manzanares, su impronta sobre la cultura de nuestro entorno quedará por siempre. Periferias quería que un trocito de su universo formara parte del Legado Cultural que nuestra asociación pretende reunir. Así se lo manifestamos a Viera cuando fuimos a visitarlo a Aracena hace un par de años. Pepe, generosísimo, ya nos tenía preparado un material inicial para que nos lo lleváramos. En aquel momento declinamos su ofrecimiento, pues no contábamos, y seguimos sin contar, con el necesario apoyo público y privado para conseguir una sede, aunque sea provisional, donde ir depositando el legado cultural e intelectual de nuestra provincia.
Mientras tanto, sirva esta sencilla aportación como reconocimiento a su enorme valía.
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Datos biográficos
José Viera nace en Aracena, Huelva, el 23 de Septiembre de 1949. Realiza sus primeros estudios en Aracena y Sevilla. De formación autodidacta, en 1970 expone sus primeras obras en Aracena con el Grupo Arcilensis.
Realiza su primera exposición individual en la Galeria Seiquer de Madrid. A partir de 1975 se traslada a Madrid donde fija su residencia hasta el 2005 que regresa de nuevo a Aracena, Huelva. Durante este periodo expone en gran número de ciudades españolas: Madrid, Barcelona, Granada, Oviedo, San Sebastián, Guadalajara, Huelva, Ciudad Real, Tenerife, Las Palmas, Málaga, Sevilla, etc. y también en el extranjero: México D.F., Cracovia, Marsella, Sao Paulo, Miami, Bad Frankenhausen…
Posee obra en varias Fundaciones (Colegio del Rey, Lorenzana, MAPFRE) e instituciones como la Calcografía Nacional, Academia de Bellas Artes de San Fernando, Biblioteca Nacional, Congreso de los Diputados, Senado, Museo Postal y Telegráfico, Museo de Bellas Artes de Badajoz, Colección de Arte Contemporáneo de la Universidad de Granada, y diversas colecciones públicas y privadas de dentro y fuera de España.
A su labor como pintor, dibujante y grabador hay que añadir sus colaboraciones en cine y teatro así como ilustrador de libros, carteles, portadas de revistas, etc.
Tomate, 1998 Cuestiones naturales I, 2002
Naturaleza, 2015 Mirador, 1987
Apocalipsis I (aguafuerte) Apocalipsis VI (aguafuerte)
… … … … …
Os dejamos con las palabras de José Baena, amigo suyo y conocedor de su obra:
Nil omne
(Todo es nada)
En la muerte de Pepe Viera.
Hoy, en las puertas, ya, del otoño, cuando la luz agoniza y la lluvia aparece con su esperanza de agua, se ha ido Pepe Viera, en silencio, casi rozando tímidamente el aire fresco de la mañana.
Su corazón no pudo soportar el ritmo de la vida, ni su sangre, generosa y alocada, no quiso navegar más por rutas de mares imposibles, por el color impreciso de las encinas ni el amarillo irrepetible de los chopos de su sierra.
No sé dónde navegarán sus sueños ni dónde sus pinceles correrán desbocados, buscando la esquiva belleza que tanto atesoró. No sé, ni me lo imagino, cómo las calles de Aracena, su pueblo, soportarán no verlo pasear sus sueños de luz, respirar su limpio aire, masticar la velada fragancia de sus piedras, el blanco insultante de sus casas… porque Pepe era ya estalactita y estalagmita de las grutas de las maravillas del arte; era un prestidigitador de formas imposibles.
Lo que sí sé es que podré hablarle y que él me hablará a mí, a través de su obra; y que seguiremos discutiendo de arte, que seguiremos pensando en ese diálogo imposible entre la belleza y los ojos que la miran. Sé, estoy seguro, que hará grabados en algún taller escondido entre las riberas del Múrtiga y el Manzanares, y que pintará lo que quiera, como siempre hizo, sin importarle un bledo el juicio ajeno.
Amaba a sus cuadros como se ama a un hijo. Le dolía, profundamente, desprenderse de ellos; los mimaba con deleite, acariciaba pausadamente, con la mirada, la superficie indescriptible de un lienzo o de un papel como quien acaricia, por primera vez, la piel suave de una novia.
Su pintura, por el uso de signos y de referencias literarias, por su amor por la pureza, por la ausencia de artificios, por su recurrencia a lo onírico y a la fantasía, se inserta plenamente en el prerrafaelismo. Su pintura, porque distorsiona la imagen, porque bascula entre la realidad y lo imaginario, porque le da protagonismo al subconsciente, porque lo irracional nace como producto de los entresijos de la razón, porque recrea, busca, afanosamente, una perfección sin mácula, escandalosa y apabullante, y lo consigue, es una yuxtaposición entre lo vivido y lo imaginado.
Hay poesía en sus cuadros, hay magia, hay desconcierto, hay rechazo de la idea sugerida, hay escalofrío… y el color, el color es una luz tamizada que huye de la luz, ocultándose de sí misma, como avergonzada de su existencia. Viera nos hace cómplices de su quimera pictórica, de sus fantasías, nos sobrecoge soslayando la indiferencia. Su impulso escatológico se sumerge en lo humano y transciende de lo humano; entre lo caótico y lo divino, entre la vida y su acabamiento inevitable. Viste calaveras y cuerpos asaeteados, en agonía. Es, también, antropomórfico y sensual, es geométrico; tiene un pie en el tiempo y el otro en los límites del tiempo; tiende una dilatada mirada a lo real y otra a un mundo inexistente. Viaja en un espacio ausente y se refugia, suspirando, en una noche sin noche. Anhela el sosiego pero le ladran los perros y le aúllan los lobos. Le murmullan las sombras entre cabezas de mártires y sueños de ermitaños. Muestra, en una profunda metáfora del hombre posmoderno, desorientado y sin rumbo, un nuevo sentido a su atribulada vida, en la decapitada cabeza del Bautista.
Viera nos inquieta y nos conmueve. Su pintura es como un hondo desgarro atenuado por la sencilla belleza del color y de las formas. Viera es Pepe Viera, y yo le digo como el poeta Jesús Arcensio, en su visita póstuma a Juan Ramón, decía:
No te vengo a llorar porque no acierto
a comprender, Pepe, que te hayas ido,
definitivamente, y estés muerto.
No hay más muerte que el sueño y el olvido.
Y, en mi memoria, tú estarás despierto
hasta que yo, al final, quede dormido.
José Baena.
En Punta Umbría, a 23 de Septiembre del 2020.
Ermitaño I, 1985 Ascensión, 1986
El suspiro de la noche, 2005 El equilibrio de la naturaleza, 1999
Analogía I, 2001 Bodegón de caza, 2001
Pulsad sobre las siguientes imágenes para ver un video sobre su obra, dirigido por su amigo Fernando González de Canales (izquierda), y acceder a su página de Facebook (derecha):