Poema del sábado: Ricardo Bada
Este sábado, un Bada; que ya es decir. Trasterrado, herido en la guerra de la pérdida, rezumando sangre por la herida de ese amor que se anhela y que se odia, porque amar es eso, querer y no querer, al mismo tiempo, gozar y sufrir, como un poseso… desde su Colonia , donde vive y escribe, que escribe como pocos, está Huelva, enraizada en sus entrañas, entre sus humos y el aire contaminado de la nostalgia, pero está.
Hoy brindaré-os invito- a brindar también por el amor que se quiere y no se goza.
Feliz sábado.
LA CALLE CONCEPCIÓN
La gente en mi ciudad tiene una calle
donde fue y vino y donde viene y va
y adonde irá y vendrá a ninguna parte.
La gente se pasea de una esquina
hasta la otra esquina de esa calle,
o de ese triste jaula en que la gente
se cree león,
y es mono,
y no lo sabe.
Yo sé de sobra
que no lo sabe.
Vienen y van muchachas muy llenitas
de físico, y de espíritu vacías,
por esa calle.
Vienen y van muchachos muy atléticos,
que las manos las llevan embutidas
y en los bolsillos aire.
igual que en sus cabezas.
Vienen y van señores ya mayores,
con un sombrero,
algunos,
que se quitan
delante de la iglesia:
¡qué ejemplares!
Vienen y van señoras,
llevan bolso,
zapatos de tacón, velo, collares,
rosario, escapulario, misal diario,
y en iglesia penetran a rezarle
al último varón puesto de moda
por la iglesia de Roma,
nuestra madre:
varón que hace milagros
–“milagros, ¿verdad, padre?”–
menos el de frenar la menopausia
o que en las cuevas
–“cuevas, ¿verdad, padre?”–
viva un millar de seres
que no almuerzan ni cenan sino hambre,
hambre que deja huellas
dactilares
en quienes la padecen, y por eso
nunca vienen ni van por esa calle.
Tal vez por eso o no,
¡cualquiera sabe!
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Berlín, 1964. Publicado en La Prensa, de Nueva York
[Selección de texto y comentarios: José Baena Rojas]