Incendio en Troglodia

La noticia del lamentable incendio de la antigua estación de ferrocarril de Huelva ha traspasado fronteras. A continuación reproducimos las palabras que Ricardo Bada, onubense en Colonia desde 1963, nos ha hecho llegar hoy mismo al conocer la noticia.

“Incendio en la antigua estación de Sevilla, la de la RENFE, en Huelva, con su arquitectura típica, mudéjar creo que la llaman. He pasado horas en esa estación, hojeando en su librería los cuadernos de las viejas ediciones de Novelas y Cuentos, comprándolos algunas veces. Y he corrido hacia ella desde la fábrica de mi padre en la calle Miguel Redondo, que desemboca en la avenida de Italia delante de la torre Oeste de la fachada de la estación, sí, he corrido hacia ella para depositar correo urgente en el vagón Correos de los trenes a Sevilla, cuando los trenes estaban autorizados a servir esa función. Y todo ello envuelto en las nubes de vapor de aquellas locomotoras viejas de la compañía MZA.

Qué de recuerdos; también el de esa fábrica de mi padre, donde de noche ensayábamos obras de teatro y nos dopábamos con cafés sin leche y copas de aguardiente que nos traían los camareros del Bar La Palma (a uno de ellos lo encontré años después en Alemania, de emigrante laboral).

Todo lo que me hace recordar la simple noticia de ese incendio y la foto pavorosa que me manda Pepe Baena desde Puta Umbría. Me hace recordar uno de los tuits más preñados (Unamuno dixit!) que conozco, del 2011: «¿Que nada más debe tener 140 caracteres? En 140 caracteres cabe un enlace ¡y por lo tanto, potencialmente, todo el mundo!»  Esta dimensión Twitter del Aleph de Borges, en traducción mía, es de Marina Weisband, entonces en el partido de Los Piratas en el Senado de Berlín, una de las voces políticas más originales de las nuevas generaciones alemanas. Por cierto, es de origen ucraniano.

Ricardo Bada, Colonia, 17-08-2022

[Ricardo Bada, nacido en Huelva en 1939. Escritor y periodista, reside en Alemania desde 1963, con un paréntesis de dos años escasos (desde noviembre 66/julio 67 en Buenos Aires hasta julio 67/agosto 68 en Huelva). Ha trabajado fundamentalmente para la Deutsche Welle alemana.
Tiene en su haber dos antologías de literatura española contemporánea, realizadas en colaboración con Felipe Boso y ambas publicadas en Alemania, y ha traducido por placer gratuito a grandes poetas de esa lengua: Goethe, Theodor Fontane, ElseLasker-Schüler, Gottfried Benn, Bertolt Brecht, Erich Fried, Hans Magnus Enzensberger, etc. Ha cuidado en Alemania la selección y edición de la obra periodística de Gabriel García Márquez y los libros de viajes de Camilo José Cela.
Recibió la Gran Cruz de Isabel la Católica en 1981 por su labor de traducción y difusión de la cultura española en el mundo, que no recogió por ser republicano *.]
[Ricardo Bada es uno de los hijos de Huelva cuyo legado quiere reunir ‘Periferias’ junto con los de otros destacados personajes de la provincia. Desgraciadamente, este proyecto, ofrecido a multitud de administraciones locales y provinciales, así como a instituciones privadas, no ha recibido el más mínimo apoyo.]
 * Ver nota al final de esta entrada
ABC de Sevilla
Huelva Buenas Noticias
Huelva Buenas Noticias
Foto de ‘Periferias’. El incendio ha afectado al cuerpo central, quedando el interior como se ve en las siguientes imágenes.

 

Huelva Información
Huelva Hoy

 

 

 

 

 

 

 

 

Nota:
Con fecha 18-08-2022, recibimos de Ricardo Bada la siguiente puntualización a nuestra entrada:
“Agradezco a Periferias la difusión de esa entrada de mi diario, pero en la nota biográfica que me dedican se ha deslizado un error. Es cierto que soy republicano, pero no lo es que no recogiese la Orden de Isabel la Católica que se me había concedido.
Los hechos los siguientes:
Una vez que se publicó acá en Colonia, en una prestigiosa editorial alemana, la de Heinrich Böll y García Márquez, la primera antología de literatura española contemporánea, “Ein Schiff aus Wasser [Un barco de agua]”, de la que éramos responsables Felipe Boso y yo, un día me llamó José Antonio San Gil, agregado cultural de la embajada de España en Bonn y buen amigo nuestro entretanto, para comunicarme que el embajador, Emilio Garrigues, y él habían decidido proponernos a Felipe y a mí para que se nos concediera la Orden de Isabel la Católica. Yo reaccioné como si me hubieran pinchado con algún objeto al rojo vivo y le dije que a mí no me propusieran de ningún modo, que (como él mismo sabía) yo soy republicano y agnóstico y si me concedieran esa Orden, la familia y los amigos se iban a cachondear de mí, hablando mal y pronto. Pero San Gil tenía directrices muy concretas de Garrigues, que me conocía más que él, y me dijo que la decisión tomada era lo que en alemán se llama “ein Junktim”, es decir, algo que sólo funciona al 100%, una cosa está de tal modo ligada a la otra que si una parte falla, la otra también. Entonces le dije que esperase un momento hasta que yo hablase con Felipe. Lo llamé y le dije que no estaba dispuesto a acceder a que me propusieran para la Orden y que no me importaría en absoluto que se la concedieran a él solo. A lo cual me replicó que él sí quería que se la concedieran, “para darle una alegría a mis familias, aquí y en Peñaranda”. Y que yo debería aceptar también, no sólo en recompensa a mi trabajo sino también para sacarle al libro algo más que mi nombre en la portada, ya que, me lo recordó, a pesar de la mucha insistencia que él puso en ello, me negué terminantemente a ser uno de los autores antologados. Porque a mí me parecía lógico que él estuviese antologado entre los experimentalistas, ya que era un maestro indiscutible en ese terreno. Pero yo no tenía nada que hacer al lado de los Benet, Martín Santos, Montero, Sueiro, Gil de Biedma, Siles, Gimferrer, e tutti quanti. Para resumir, que tuve que llamar a San Gil y pedirle por favor que reconsiderasen su postura, que propusieran solo a Felipe, pero no hubo caso.
Garrigues nos entregó la Orden en una ceremonia sencilla en la embajada, y yo apenas llegué a casa la arrumbé en algún lugar que no recuerdo. No la he vuelto a ver desde aquel día, infausto para mi currículo.”

periferias

Asociación cultural sin ánimo de lucro con sede en Huelva. Acta Fundacional de fecha 1 de julio de 2015.

2 comentarios sobre “Incendio en Troglodia

  • el 18 agosto, 2022 a las 6:24 pm
    Permalink

    Agradezco a Periferias la difusión de esa entrada de mi diario, pero en la nota biográfica que me dedican se ha deslizado un error. Es cierto que soy republicano, pero no lo es que no recogiese la Orden de Isabel la Católica que se me había concedido. Los hechos los siguientes:
    Una vez que se publicó acá en Colonia, en una prestigiosa editorial alemana, la de Heinrich Böll y García Márquez, la primera antología de literatura española contemporánea, “Ein Schiff aus Wasser [Un barco de agua]”, de la que éramos responsables Felipe Boso y yo, un día me llamó José Antonio San Gil, agregado cultural de la embajada de España en Bonn y buen amigo nuestro entretanto, para comunicarme que el embajador, Emilio Garrigues, y él habían decidido proponernos a Felipe y a mí para que se nos concediera la Orden de Isabel la Católica. Yo reaccioné como si me hubieran pinchado con algún objeto al rojo vivo y le dije que a mí no me propusieran de ningún modo, que (como él mismo sabía) yo soy republicano y agnóstico y si me concedieran esa Orden, la familia y los amigos se iban a cachondear de mí, hablando mal y pronto. Pero San Gil tenía directrices muy concretas de Garrigues, que me conocía más que él, y me dijo que la decisión tomada era lo que en alemán se llama “ein Junktim”, es decir, algo que sólo funciona al 100%, una cosa está de tal modo ligada a la otra que si una parte falla, la otra también. Entonces le dije que esperase un momento hasta que yo hablase con Felipe. Lo llamé y le dije que no estaba dispuesto a acceder a que me propusieran para la Orden y que no me importaría en absoluto que se la concedieran a él solo. A lo cual me replicó que él sí quería que se la concedieran, “para darle una alegría a mis familias, aquí y en Peñaranda”. Y que yo debería aceptar también, no sólo en recompensa a mi trabajo sino también para sacarle al libro algo más que mi nombre en la portada, ya que, me lo recordó, a pesar de la mucha insistencia que él puso en ello, me negué terminantemente a ser uno de los autores antologados. Porque a mí me parecía lógico que él estuviese antologado entre los experimentalistas, ya que era un maestro indiscutible en ese terreno. Pero yo no tenía nada que hacer al lado de los Benet, Martín Santos, Montero, Sueiro, Gil de Biedma, Siles, Gimferrer, e tutti quanti. Para resumir, que tuve que llamar a San Gil y pedirle por favor que reconsiderasen su postura, que propusieran solo a Felipe, pero no hubo caso. Garrigues nos entregó la Orden en una ceremonia sencilla en la embajada, y yo apenas llegué a casa la arrumbé en algún lugar que no recuerdo. No la he vuelto a ver desde aquel día, infausto para mi currículo.

    Respuesta
    • el 19 agosto, 2022 a las 2:28 pm
      Permalink

      Estimado Ricardo. Gracias por tus puntualizaciones a nuestra entrada “Incendio en Troglodia”. Las incorporamos a la noticia gustosamente.
      Cuidaos mucho.
      ‘Periferias’

      Respuesta

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *