Pat Metheny pasó por Huelva (I)
Han pasado un par de días ya desde que Pat Metheny pasó por Huelva. Y de qué manera. Lleno completo en el Auditorio de la Casa Colón, con entradas no precisamente a módicos precios. Entre los asistentes, evidente presencia foránea, llamada por el reclamo de la figura de fama mundial. El suyo fue la guinda, pero el pastel del festival programado contó en días previos con otros conciertos y actividades de interés. Pasados estos días, vacío total en la prensa local en lo que a los conciertos en sí respecta. Sobre estas otras actividades y conciertos, siendo inmerecido este silencio, resulta ya habitual. Pero uno, ingenuamente, esperaba alguna crónica de este “premio” (Huelva era una de las cinco ciudades españolas en las que el músico haría escala en esta especial gira mundial). Ojeando (¿tiene sentido aun usar esta expresión?) la prensa digital, encuentro otras noticias que, no tengo dudas, despertarán mayor interés. Otras también que, tampoco tengo ninguna duda, no tienen el mínimo interés. Pero del concierto, nada. Por las pestañas de “cultura”, casi mejor no pasar.
“¿Y este Metheny, quién coño es?”, puede decir alguien.
Sucede a veces, es cierto, pero no resulta común, que un artista recoja simultáneamente la aclamación de la crítica y el respaldo del público. Más extraño aun es que lo haga con evidente continuidad durante cincuenta años. Quizá por extraña confluencia, como sucede en el caso de Pat Metheny, se produce el fenómeno más valorado(ble) en cualquier oficio o profesión: el respeto de los compañeros del gremio. Se demuestra así, como sucede con otros directores de cine, músicos o escritores, que estar comprometido con una determinada forma de arte no significa correr en dirección contraria a los gustos del público. Tampoco en seguirlos. Simplemente se trata de hacer lo que uno cree que debe hacer. Este señor lo hace y lo demuestra.
Se le presentó en días previos como “el mejor guitarrista del mundo”, y yo no diría tanto, del mismo modo que tampoco diría a quién situaría por encima. Importa muy poco, la verdad. El mundo está lleno de virtuosos de instrumentos, y sobre todo de virtuosos de la guitarra, y eso no los hace genios. Sólo virtuosos. Esto va de otra cosa, y Metheny está en esa otra cosa en la que muy pocos pueden entrar, y para la que se necesita, no sólo dominar un instrumento (por eso precisamente se le llama “instrumento”), sino emplearlo para una tarea superior. Esto, de nuevo, este señor lo hace y también lo demuestra.
Cartel de la gira mundial de Pat Metheny
Sirvan estas notas salteadas para dejar claro “quién coño es Pat Metheny”, y que sí, que evidentemente su concierto en Huelva merecía presencia (a punto he estado de escribir “mayor presencia”, ingenuo) en los medios locales.
Siendo incuestionable lo trascendente como noticia, quiero pensar que lo que sucede realmente es que estos medios no cuentan con personas ni recursos para hacer esto. Probablemente no se escriben estas reseñas porque no hay nadie que lo haga. Esta ausencia es realmente el síntoma de la enfermedad de la que nuestra ciudad pretende deshacerse. Parece que empieza a percibirse una cierta actividad musical fuera de los cauces más trillados. La pandemia ya frustró – por un par de días – un programa de jazz de irreprochable nivel. Tenemos encima el ciclo Andalucía Sinfónica, con programas y obras interesantísimas, interpretadas por las mejores orquestas andaluzas y solistas de nivel mundial.
Con todo esto, quizá debería plantearse nuestra prensa el asignar algunos recursos y medios a trabajarse estas crónicas. Harían un favor a sus lectores, a ellos mismos por dar contenido de calidad a sus medios, y finalmente a la ciudad, porque esa información es motivo de comentario, material crítico y, por tanto, un impulso para la vida cultural de la ciudad.
Quizá alguno de los onubenses que aparecen cambiando canales en la televisión en alguno de esos programas de exiliados felices (siempre viven mejor que tú) desearía haber estado allí, y gustaría de saber qué hizo Pat Metheny el día que tocó en su ciudad. Esta ciudad que quizá merezca que, ya que no en la hemeroteca, en este contenedor de Internet queden como repositorio al menos algunas líneas de lo que fue el concierto. Y como al parecer nadie que sepa lo hace (o eso creo), Internet podría conformarse con esto.
© César Morales Cuesta, para Periferias (2024)
(continuará…)